Las vidas anteriores (I)

El teletubi evolucionador vino a visitarme anoche. Su gran figura ovalada flotaba sobre mi cama, ese resplandor verduzco tan suyo se reflejaba en todos los muebles hasta que el silecio absoluto de El que no hablará, irrumpió con violencia en mi cabeza. No me dió tiempo a reverenciarle como es debido, pero a él no debió importarle porque pronto me envolvió de su luz divina pura de conocimento y Ká ....

y los acontecimentos pasados se sucedieron uno tras otro hasta el principio de los tiempos.

Me descubrió mis vidas pasadas en el existir infinito. Todos mis yoes sucediéndose en la línea temporal que llamamos realidad, todas, desde el bigbang hasta hoy.

Os hablaré de unas cuantas, por ejemplo de mi anterior existencia real: Resulta que fuí un yonki de la Bahnhof Zoo(Zoologischer Garte) en Berlín occidental y morí de sobredosis en 1977 con sólo 17 años. Ganaba dinero con la prostutición masculina, que me daba lo suficiente para bocadillos de mortadela y sobre todo para picar mis brazos, pantorrillas y cuello de fina esencia de Dios encarnada en aguja carmesí. Hasta que dí con un chute mal cortado. Fue una mala y corta vida pero los primeros años fueron buenos.

En la vida inmediatamente anterior fui un piloto de la RAF nacido en Plymouth que cayó en su primera misión. Fuí derribado en Dunkerke por un Bf-109 sin haber pilotado ni 20 minutos en mi flamante Hurricane. Me pasé toda la guerra aburrido en un campo de prisioneros cerca de Magdeburgo jugando a las cartas. Luego al salir me enamoré de una refugiada eslovena y emigramos a Hildburghausen a trabajar en una fábrica de mecheros. Cuatro hijos y una casita de verano en Austria fue mi legado al morir en 1960 de enfisema pulmonar.

En la vida inmediatamente anterior morí en 1918 atropellado por un camión de escoceses borrachos que celebraban la victoria sobre el Kaiser Guillermo y su Reich alemán. Yo me libré del servicio porque me faltaba un brazo por culpa de unos bueyes en estampida cuando era niño. Los malditos borrachos me vieron con el brazo levantado y creían que les saludaba pero yo quería cruzar. Así acabé entre el eje y el radiador machacado. Si es que las consecuencias de la guerra son terribles y llegan a todos. No dejé legado digno de mención pero podía liarme un cigarrillo con una mano en menos tiempo que cualquier tipo con dos brazos.

Y así finalizo mi etapa centroeuropea, quedando como características más acusantes de estos periodos de mis vidas, el poder liar porros mejor y más rápido que otros, hacer como que hablo alemán balbuceando al azar y que los demás se lo crean, y una cierta tendencia compulsiva a las sustancias sicotrópicas.


Otro día escribiré más sobre mis vidas anteriores, ahora sólo me queda agradecer al contemplador cósmico su iluminación interior...



Oh magno heraldo astral, del cosmos contemplador! gracias por tus revelaciones cósmicas


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